Se fue una jornada más en la Liga Mx y el Puebla sigue sin poder
ganar. La llegada de Saturnino Cardozo si ofrece un cambio, el equipo sí jugó
diferente pero sigue con las carencias que le terminaron costando el trabajo a
Ricardo Valiño.
Lo anterior solo confirma que no del todo, el técnico era el
culpable del mal paso del equipo. Hay muchos vicios que costará trabajo
erradicar, sobre todo, de actitudes y concentración.
La presión de la carencia de resultados empieza a hacer mella en
algunos de los integrantes del plantel pues a pesar de que por lapsos se
esfuerzan, al final no obtienen la recompensa que desean.
El duelo ante el Atlas dejó ver que pueden mover un poco mejor
la pelota pero también dejó en evidencia las incapacidades de muchos a la hora
buena.
Opciones para ganar el partido sí tuvieron. ¿Qué más
posibilidades que un penalti, qué más posibilidades que ir ganando al minuto
92?.
La falta de concentración volvió a cobrarles factura y quien
falló ahora fue quien normalmente los rescata.
El error del portero Christian Campestrini en el último instante
del partido es el reflejo precisamente de lo que comento previamente, la
presión empieza a hacer mella y no están sabiendo controlarla.
Un error efectivamente lo tiene cualquiera, lo malo es el momento
en el que se presenta, con un balón de rutina para un arquero de la calidad de
Campestrini.
Se equivocó y punto. Tan pesado su error como el penalti fallado
por Canelo.
Cansado de la crítica
Al término del partido el guardameta salió a la zona mixta a
mostrar su enojo y su tristeza. El enojo por el yerro cometido que le costó al
equipo el triunfo y tristeza porque dice le duele que el público lo critique y
le exija.
Es momento de aguantar vara. Dirían en la jerga. No es momento
de quejas y reclamos, sobre todo cuando NO han ganado.
Las actuaciones del equipo no son como para salir y pedir calma,
sino para salir y ofrecer compromiso y buenas actuaciones. No las han tenido.
Claro que el público se acuerda de la goleada con Xolos, de la
manera tan burda cómo se equivocaron los jugadores en ese partido, de la forma
en que dejaron le orgullo en el vestidor y salieron a ofrecer nada.
Siempre hay alguien que termina entregando el momento y como
consecuencia, el resultado.
Dice Campestrini que llora porque le importa el equipo. Okey le
creo.
Dice que ya no va a declarar nada porque lo critican y lo
responsabilizan de los errores. Bueno, si quedarse callado le va a permitir
estar concentrado, ¡venga!... que lo haga y quizá muchos otros podrían seguir
ese ejemplo.
La duda de Cardozo
Es evidente que las contrataciones de los refuerzos no fueron
buenas. Hasta el momento ninguno ha siquiera mostrado algo del nivel que
deberían tener para ocupar un lugar en el equipo.
¿Hasta cuándo será que se pueda ver al menos a uno en un buen
nivel?. Urge que salgan ya a dar la cara.
El mismo Cardozo puso en duda el nivel y evidenció la mala
decisión de traer a un ejército de extranjeros a medio Torneo a robar oxígeno.
Conste que no lo dije yo, luego se me sienten.
Nos leemos en este espacio la próxima semana, mientras tanto nos
vemos de lunes a viernes en Las Noticias de la Mañana a las 5:50 am por
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