miércoles, 3 de mayo de 2017

EN LÍNEA CON TU SALUD, LA COLUMNA DE YASS GUEVARA

AUTOCONFIANZA

La autoconfianza es el término que habitualmente se usa en el contexto de la Psicología Deportiva para referirse a la confianza que un deportista tiene en sus propios recursos para alcanzar el éxito. Este término suele emplearse como sinónimo de la autoeficacia para denominar la convicción que una persona puede ejecutar exitosamente.
Tiene que ver con una expectativa realista respecto a lo que uno puede verdaderamente hacer para conseguir un determinado objetivo. Se trata un estado interno que implica un conocimiento real de las dificultades a superar, de los recursos propios para hacerlo y de las auténticas posibilidades que uno tiene para conseguir el éxito y de las estrategias más útiles entre las disponibles para poder obtener el máximo partido del propio esfuerzo. La autoconfianza conlleva una percepción de control de la situación muy acusada, al conocer el deportista sus posibilidades y sus limitaciones y también las posibilidades que tiene que superar.
El más importante aspecto de la autoconfianza no es que los deportistas crean “ciegamente” que “van a ganar”, sino que tengan la convicción objetivamente apoyada, de que poseen los recursos suficientes para ser capaces de vencer y de superar los errores que inevitablemente tendrán que cometer.
Muy a menudo el concepto de autoconfianza se usa erróneamente en el contexto del deporte, la autoconfianza es un estado interno caracterizado por la convicción realista de que se es eficaz para hacer frente a las demandas del entrenamiento y la competición. Algunas veces estas manifestaciones tienen un objetivo meramente publicitario, cómo por ejemplo en el box, donde es frecuente que los contendientes las utilicen cuando son entrevistados por los medios de comunicación, de forma que se difundan entre el público y el combate adquiera un mayor interés y proporcione mayores beneficios.

En otras ocasiones, el objetivo de manifestaciones de autosuficiencia, normalmente no tan agresivas como las del boxeo profesional, es intimidar o asustar al adversario, dar una imagen pública que responda a lo que aparentemente se espera de un buen competidor o simplemente intentar tranquilizar a las personas que están alrededor.