En
México la obesidad es uno de los principales problemas de salud y afecta
principalmente a las mujeres. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y
Nutrición 2018, las féminas de 20 a 29 años tienen una prevalencia de obesidad
del 26 por ciento y este indicador se amplifica a 46 por ciento en el grupo de
30 a 59 años. Este aumento se debe a que en la edad adulta disminuye la
actividad física y existe un desequilibrio energético entre las calorías
consumidas y gastadas.
Afortunadamente,
esta enfermedad crónica puede prevenirse a través de estilos de vida
saludables. Así lo tratan de demostrar investigadores de la Facultad de
Enfermería de la BUAP, a través de la propuesta de una intervención de box en
mujeres con obesidad. Su objetivo es cambiar los niveles de una hormona llamada
leptina, presente en el tejido adiposo y encargada de controlar la señalización
del hambre y la saciedad, así como metabolizar la grasa dentro de la matriz
mitocondrial.
La
síntesis y secreción de la leptina tienen una relación directa con el volumen
de grasa, por lo que a mayor tejido adiposo se crea una resistencia a la
secreción de esta hormona y provoca que las personas con obesidad no tengan
saciedad.
Este
proyecto es realizado por el Cuerpo Académico “Intervenciones para el Cuidado
de la Salud” de la Facultad de Enfermería, integrado por las maestras Rosa
María Galicia Aguilar y Erika Lozada Perezmitre, así como el doctor Erick Landeros
Olvera. Además, colaboran Sergio Tamborrell Fuentes, nutriólogo certificado en
mediciones antropométricas, y Jesús Armando Hernández Rebolledo, profesor en
educación física con experiencia en entrenamiento funcional.
Rosa
María Galicia Aguilar, líder del citado cuerpo académico y responsable de esta
investigación, expuso que se trata de un ensayo clínico aleatorizado y
longitudinal en mujeres de 18 a 35 años con obesidad, quienes tres veces por
semana realizan una dosis de ejercicio cardiovascular con una duración de una
hora y 10 minutos; en este caso box a través de movimientos repetidos,
consecutivos e intensos para mantener cierto ritmo de trabajo, incrementar la
masa muscular y perder peso.
Durante
su ejecución a las participantes se les protege los puños con vendas y guantes;
posteriormente, se realiza un calentamiento y durante el entrenamiento se mide
su frecuencia cardiaca con relojes digitales. “En la primera semana se calculó
una frecuencia cardiaca del 40 por ciento y cada semana aumenta. Se espera
llegar al 80 por ciento”, detalló la académica.
El
programa tiene una duración total de 10 semanas y finalizará en la primera
semana de agosto. También consta de mediciones clínicas al inicio, mitad y
final del proyecto.
Para
optimizar los resultados, la maestra Galicia Aguilar refirió la inclusión de un
plan de nutrición para un mes con mil 500 calorías diarias, de acuerdo con la
recomendación de guías de práctica clínica. “Se hizo a través del sistema de
equivalencias, mediante estrategias demostrativas de imágenes y réplicas; son
tres alimentos al día, más colaciones. Asimismo, consta de recordatorios por
mensajería instantánea y recepción de las imágenes de sus alimentos por este
medio, las cuales se analizan con una aplicación para observar el cumplimiento
del plan nutricional”.
La
editora de la revista Cuidado
Multidisciplinario de la Salud de la institución señaló que la
obesidad es una enfermedad metabólica y crónica considerada una pandemia,
porque afecta a infantes y adultos. Esta es un problema multifactorial
relacionado con la genética, factores fisiológicos, como la secreción de la leptina,
y sociales, como el estilo de vida.
Por
ello, esta investigación “pretende influir en las personas con este problema
para que adopten estilos de vida saludables, a través de una intervención
guiada por profesionales para realizar ejercicio y llevar una dieta calculada,
para así observar resultados en los niveles de leptina y, por supuesto, en la
composición corporal y mejora de la autoestima, autoeficacia y autoconcepto de
las participantes”.
Comprender su complejidad
Rosa
María Galicia Aguilar, maestra en Ciencia de Enfermería por la BUAP, informó
que la investigación consta de cuatro fases. La primera fue la elaboración del
proyecto en cuestión e indagación previa, el cual después se sometió a revisión
por pares de esta facultad. La segunda, el reclutamiento de las participantes a
través de una invitación en redes sociales; en este proceso se establecieron
dos grupos: uno experimental y otro de control, con 15 participantes cada uno.
Para
su selección se tomó en cuenta padecer obesidad, la cual se midió a través del
peso, talla, índice de masa corporal y evaluación de riesgo cardiovascular; el
rango de edad, no tener alguna comorbilidad crónica, lesión física ni haber
estado en un programa de acondicionamiento físico en las últimas dos semanas.
La
fase tres es la puesta en marcha de la dosis de ejercicio. Por el momento,
“hemos observado una actitud positiva en las participantes, cambios en su piel
y en la segunda medición algunas han presentado pérdida de peso y grasa
corporal”.
La
última fase será el análisis de los resultados físicos y clínicos. Se espera en
el mes de diciembre tener el análisis estadístico. A futuro, los investigadores
pretenden comparar el efecto de esta dosis de ejercicio entre hombres y
mujeres.
“La
ciencia de Enfermería debe hacer trabajos que impacten a la sociedad y ayuden a
la prevención e identificación de un problema de salud con alta prevalencia,
para así comprender su complejidad”, finalizó Galicia Aguilar, integrante del
Padrón de Investigadores de la universidad.