EL
PAPEL DE LA MOTIVACIÓN EN EL ENTRENAMIENTO DEPORTIVO
El
entrenamiento deportivo plantea numerosas exigencias que resultan muy difíciles
en ausencia de una dosis elevada de motivación. El deportista tiene que
afrontar largas, intensas y continuas sesiones de entrenamiento, en las que
debe abordar tareas que a veces no le son gratas, combatiendo y superando
múltiples dificultades e incomodidades que pueden presentarse. Asimismo, debe
sacrificarse casi permanentemente en su vida cotidiana, controlando numerosas
cuestiones que contemplan su entrenamiento deportivo, tales como mantener una
dieta alimenticia, realizar ejercicios determinados de fisioterapia,
renunciando a muchas actividades ajenas a la práctica deportiva, limitando sus
relaciones sociales y/o retrasando, a veces decisivamente, sus posibles logros como
estudiante o profesional en entornos laborales más estables y duraderos que el
deporte.
Para
poder entender un poco más, se me ocurre manejarles un ejemplo lo más apegado a
la realidad, al día a día de un deportista en proceso de llegar al alto rendimiento,
imaginemos a “Pedro”, el es un nadador de quince años, día tras día se levanta
a las seis de la mañana para realizar su primer entrenamiento en la alberca,
después va a la escuela y por la tarde regresa a entrenar, después apenas tiene
tiempo de ver la televisión antes de cenar, estudiar y dormir; y así todos los
días entre semana. Prácticamente, sus únicos amigos son sus compañeros
nadadores, y en los estudios su rendimiento es muy deficiente, lo que es un
tanto lógico si se considera que casi siempre está muy cansado cuando asiste a
clases o tiene que estudiar. Además, los entrenamientos se le hacen muchas
veces rutinarios y aburridos, también en varias ocasiones está bastante harto
de todo. Sin embargo, la clave para soportar este ritmo de vida y superar estos
momentos difíciles es su alta motivación por ganar competiciones y batir
récords, con todo lo que ello implica como la satisfacción personal, auto
estima, reconocimiento de sus padres y amigos, aluna ayuda económica y también
un llamado “viejo sueño”, poder participar en unos Juegos Olímpicos.
Casos
como este, ilustran la importancia de la motivación. Aceptar y enfrentarse
satisfactoriamente a las exigencias del entrenamiento deportivo, requiere la
presencia de una elevada motivación por los logros deportivos y sus
consecuencias favorables, incluyendo las compensaciones materiales, sociales e
internas.
La
motivación en el entrenamiento favorece el cumplimiento de exigencias
cotidianas que no excede el límite de lo que el deportista está dispuesto a
realizar, pero ese límite está determinado, y solo se puede ensanchar por una
motivación más estable respecto a los logros deportivos. Aquí radica, el error
de algunos entrenadores que se esfuerzan en hacer más atractivas e interesantes
las sesiones de entrenamiento, sin reparar en la situación de la motivación más
básica, cuando puede ocurrir que sea en esta donde se encuentre el problema y
no en los incentivos cotidianos. Se debe tener en cuenta que una buena dosis de
motivación básica como la del nadador del ejemplo, puede ser insuficiente para
mantener la motivación cotidiana, sobre todo en los periodos alejados de las
competiciones más trascendentes, por lo que conviene desarrollar estrategias
que ayuden a incrementar la motivación cotidiana de manera específica.
La
motivación apropiada favorece que el deportista obtenga el máximo beneficio del
plan de entrenamiento, disminuyendo el absentismo a las sesiones de trabajo y
consiguiéndose un mejor aprovechamiento del tiempo.
Hasta
la próxima.