miércoles, 19 de abril de 2017

EN LÍNEA CON TU SALUD, LA COLUMNA DE YASS GUEVARA

EL PAPEL DE LA MOTIVACIÓN EN EL ENTRENAMIENTO DEPORTIVO
El entrenamiento deportivo plantea numerosas exigencias que resultan muy difíciles en ausencia de una dosis elevada de motivación. El deportista tiene que afrontar largas, intensas y continuas sesiones de entrenamiento, en las que debe abordar tareas que a veces no le son gratas, combatiendo y superando múltiples dificultades e incomodidades que pueden presentarse. Asimismo, debe sacrificarse casi permanentemente en su vida cotidiana, controlando numerosas cuestiones que contemplan su entrenamiento deportivo, tales como mantener una dieta alimenticia, realizar ejercicios determinados de fisioterapia, renunciando a muchas actividades ajenas a la práctica deportiva, limitando sus relaciones sociales y/o retrasando, a veces decisivamente, sus posibles logros como estudiante o profesional en entornos laborales más estables y duraderos que el deporte.
Para poder entender un poco más, se me ocurre manejarles un ejemplo lo más apegado a la realidad, al día a día de un deportista en proceso de llegar al alto rendimiento, imaginemos a “Pedro”, el es un nadador de quince años, día tras día se levanta a las seis de la mañana para realizar su primer entrenamiento en la alberca, después va a la escuela y por la tarde regresa a entrenar, después apenas tiene tiempo de ver la televisión antes de cenar, estudiar y dormir; y así todos los días entre semana. Prácticamente, sus únicos amigos son sus compañeros nadadores, y en los estudios su rendimiento es muy deficiente, lo que es un tanto lógico si se considera que casi siempre está muy cansado cuando asiste a clases o tiene que estudiar. Además, los entrenamientos se le hacen muchas veces rutinarios y aburridos, también en varias ocasiones está bastante harto de todo. Sin embargo, la clave para soportar este ritmo de vida y superar estos momentos difíciles es su alta motivación por ganar competiciones y batir récords, con todo lo que ello implica como la satisfacción personal, auto estima, reconocimiento de sus padres y amigos, aluna ayuda económica y también un llamado “viejo sueño”, poder participar en unos Juegos Olímpicos.
Casos como este, ilustran la importancia de la motivación. Aceptar y enfrentarse satisfactoriamente a las exigencias del entrenamiento deportivo, requiere la presencia de una elevada motivación por los logros deportivos y sus consecuencias favorables, incluyendo las compensaciones materiales, sociales e internas.
La motivación en el entrenamiento favorece el cumplimiento de exigencias cotidianas que no excede el límite de lo que el deportista está dispuesto a realizar, pero ese límite está determinado, y solo se puede ensanchar por una motivación más estable respecto a los logros deportivos. Aquí radica, el error de algunos entrenadores que se esfuerzan en hacer más atractivas e interesantes las sesiones de entrenamiento, sin reparar en la situación de la motivación más básica, cuando puede ocurrir que sea en esta donde se encuentre el problema y no en los incentivos cotidianos. Se debe tener en cuenta que una buena dosis de motivación básica como la del nadador del ejemplo, puede ser insuficiente para mantener la motivación cotidiana, sobre todo en los periodos alejados de las competiciones más trascendentes, por lo que conviene desarrollar estrategias que ayuden a incrementar la motivación cotidiana de manera específica.
La motivación apropiada favorece que el deportista obtenga el máximo beneficio del plan de entrenamiento, disminuyendo el absentismo a las sesiones de trabajo y consiguiéndose un mejor aprovechamiento del tiempo.

Hasta la próxima.