Vaya
que el triunfo es la mejor medicina. El Puebla sumó tres puntos y las caras en
el entrenamiento eran completamente diferentes. Incluso había bromas, risas y
un ambiente mucho más relajado.
Puebla
logró calmar las aguas de la inquietud en solo 90 minutos, tiempo en el cual
aprovechó dos buenas jugadas para definir el partido. Dos destellos de calidad
que parecían olvidados en el vestuario.
Matías
Alustiza, luchando contra sus demonios sacó la calidad que sabemos tiene y no
me queda duda, entregó cuerpo y alma en este duelo. A su estilo, a su modo,
pero lo hizo.
Corrió,
le pegó a la pelota, cobró tiros libres (a unos les pegó bien, a otros les pegó
mal), encaró, buscó, se tiró al pasto (a veces empujado y a veces no) pero de
que puso sudor y lagrimas, no me queda la menor duda.
Se
topó con un balón dentro del área chica que no dudó en rematar. Se lanzó con
todo sobre Mustafá y de cabeza la mandó adentro. Nada pudo hacer el portero
Jiménez quien solamente y por inercia, se movió y manoteó por si las “moscas”.
Matías
explotó. Alzó las manos y se arrodilló. Solamente él sabe lo que su mente, su
corazón y su alma estaban sintiendo, lo que en ese grito de gol iba implícito,
el mensaje lo que sus entrañas mandaban al cielo.
El
abrazo de todos sus compañeros no fue común. Llevaba la dosis del júbilo que
representa el celebrar un gol, pero también llevaba cortesía y el pesar que
inunda el ambiente camotero desde hace tres semanas.
En
mi palco, en el de transmisión, el gol se cantó no solo por mi voz… sino como
auto reflejo por todos mis compañeros. Fue un gol liberador Matías… créeme que
no solo para ti. Todos tenemos, muy a nuestro estilo, nuestros propios
demonios.
El
segundo
No
paró ahí. El segundo tiempo fue igual de lento y soso pero para ”alguien” debía
ser todavía mucho más intenso.
Matías
tomó el balón, lo controló, alzó la vista y dio un pase enorme, exacto, preciso
y precioso. Gracias al Dios del futbol que Lalo Pérez le entendió, porque eso,
le di mucho más valor aún.
Un
balón elevado, de artista, de gente de calidad. Dejó muy mal parado al defensa
y muy bien a Lalo… el chavo Pérez (porque es un chavo) lo controló y lejos de
vaciar al disparo al bulto como mucho lo hubieran hecho, hizo un finta que nos
comimos todos en el estadio y definió de derecha a un lado.
Uff!
qué golazo. Digno de un grito como el que se escuchó en el Cuauhtémoc, digno de
un brinco como el que dieron todos en su banca cuando el balón besó la red.
Este
juego además de los tres puntos, dio la oportunidad de librera un tanque que
estaba cargado de emociones y presiones.
Esos
goles Matías, fueron liberadores. Salieron los demonios… no solo tuyos… también
nuestros.
Nos
leemos la próxima semana en este mismo espacio, mientras tanto, los espero de
lunes a viernes en TV3 Noticias AM de 5.55 a 9.00 am y en Contacto Deportivo
lunes y jueves a las 10 pm por Televisa Puebla.