martes, 5 de julio de 2016

ES… MI OPINIÓN, LA COLUMNA DE PATRICIO AGUILAR DELGADO

“EL DÍA QUE CONOCÍ A MARADONA Y A MESSI”

#VolvamosALasBases

Mi gusto por apoyar a la Selección de Argentina comenzó en 1978. Es el primer recuerdo firme que tengo en mi memoria de un Mundial de Futbol.

De aquella copa de 1978 recuerdo tres cosas en específico. La imagen clara del partido México vs Alemania, sí aquel juego del 6-0 que vimos en casa a través de una televisión chiquita, blanca y obviamente con imagen a blanco y negro.

Recuerdo un futbolito de corcholatas que promovió la Pepsi y que se jugaba sobre un papel verde con forma de cancha de futbol, un botón que hacía las veces de balón y las tapas de los refrescos que traían en su interior las banderas de los países participantes.

Y también recuerdo el partido final. Tengo grabada la imagen del estadio lleno de gente y todos los papelitos blancos que arrojaron al campo al inicio del partido justo cuando saltó al terreno la selección de Argentina.

Yo estaba maravillado frente al televisor viendo cómo Kempes y ese fascinante uniforme a rayas flotaban sobre el campo para encarar y vencer a una Holanda que tenía un toque decían, cercano a lo perfecto.

Argentina es el primer equipo campeón que yo recuerdo. Y de ahí empezó mi gusto, mi afición y mi “romance” con esta playera y años después, con esa tierra.

El Mundial de España me permitió ver al que estaba condenado a ser el mejor del Mundo. Llegaba de lograr el campeonato Juvenil en Tokyo y tenía la oportunidad de defender el título. Diego Maradona jugaba con Ardiles, Tarantini, el mismo Fillol y Pasarella.

Brasil y luego Italia se encargaron de terminar con el sueño y propinarme mi primera decepción. Argentina no era más el Campeón del Mundo.

El día que conocí a Maradona

En 1986 México recibió el Mundial. Y cuál vendría siendo mi suerte que un año antes, en 1985, Maradona visitó Puebla y en concreto el Cuauhtémoc para grabar el anuncio para televisión de la Ola de Coca Cola.

Lo vi al Diego. Lo vi dominar la pelota y hacer unos piques. Jugar un poco y ser el artífice del movimiento en las tribunas que plasmaron para todo el orbe la Ola mexicana.

Ya en pleno Mundial. Argentina visitó el Cuauhtémoc para medirse a la Italia campeona de Enzo Bearzot. Y Nuevamente tuve la fortuna de ver al Diego.

Lo vi con la playera 10, en vivo. Lo vi tomar el balón, lo vi dar gritos, lo vi hacer gambetas a Scirea y ¡oh santo Dios!; Lo vi hacer ese pique preciso y exacto para superar la marca y cruzar a Giovanni Gali para empatar el partido 1-1.

El brinco que pegué de la butaca en la platea reflejó el gusto que ya Diego había provocado en mí. Había nacido el romance entre mi afición, mi gusto… y Maradona.

El futbol no podía ser tan injusto conmigo y no permitirme verlo nuevamente en vivo. Regresó a Puebla para la segunda ronda y para medirse en un duelo netamente sudamericano a Uruguay. Fue un partido pasado por agua, muy complicado, cerrado. Agarraron a patadas a Diego. Esa tarde, el gol fue obra de Pasculli y Argentina avanzó.

Argentina siguió su camino y Diego nos regaló aquella tarde memorable en el Azteca contra Inglaterra, también los dos goles ante Bélgica y aquel pase para Burruchaga en la Final  para vencer a los Alemanes. Argentina era nuevamente Campeona del Mundo y lo era, de la mano de Maradona.

El día que conocí a Messi

La Copa América del 2011 me llevó a Argentina. País del que quedé tremendamente enamorado. Lo recorrí de lado a lado. De Buenos Aires a Mendoza y de regreso. Pasé por San Juan, Santa Fé, Córdoba, Rosario y La Plata.

Probé su sabor, percibí su olor, comí su dulce y me embriagué de su nostalgia. Palpé la amabilidad de su gente, conocí a Mafalda y también conocí a Messi.

Fue en el partido inaugural ante Bolivia, fue un juego gris. Con una Argentina gris y con una actuación gris de Lionel. Pero ahí estaba, portando el 10 que Maradona hizo brillar años antes.

La magia y ese extraño embeleso que provoca el futbol en Argentina se contagia al hablar de Maradona y también de Messi.

Por Maradona es que tengo ese encanto por La Argentina. Diego cumplió. Lionel aún tiene una pequeña deuda.

Así que no hay de otra Lio, no tienes opción. ¡No te vayas!.



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