Con seis años de trayectoria profesional en el
atletismo, Beatriz Iliana Ortega Martínez, estudiante de la Licenciatura en
Estomatología de la BUAP, sumó un éxito más: la medalla de bronce en la prueba
de 3 mil metros con obstáculos, en la Universiada Nacional 2016, repitiendo la
hazaña de 2014 cuando ese torneo tuvo lugar en la Máxima Casa de Estudios en
Puebla.
Con tan sólo 24 años de edad, ha obtenido diversos
triunfos en competencias regionales y nacionales: ha estado entre los primeros
cuatro mejores atletas en campeonatos nacionales de atletismo de primera
fuerza. En la Olimpiada Nacional 2013 logró el bronce.
Este año, en Jalisco, unos segundos le faltaron
para coronarse en el primer lugar. Las representantes de las universidades
Autónoma del Estado de México y Estatal de Sonora “le arrebataron” el oro en la
última edición de la Universiada Nacional, que tuvo lugar en la Universidad de
Guadalajara.
Su robusto palmarés se debe, en parte, a la
disciplina que mantiene: de lunes a sábado destina 3 horas para entrenar, pese
a que actualmente presta su servicio social en Tepexi de Rodríguez, un
municipio ubicado al sur del estado. Según ella, esto no es un sacrifico. La
otra razón que explica su éxito es la enseñanza de su padre, quien solía
inspirarle el amor por la práctica deportiva. Él fue gimnasta.
Con lágrimas en los ojos, de felicidad por el
triunfo recientemente obtenido, o de tristeza al evocar a su padre, Beatriz
Iliana agradece a éste haberla iniciado en el atletismo, pues el deporte –dice-
significa una mejor vida.
Los 3 mil metros con obstáculos, “un juego de
carreritas”
El padre de Beatriz Iliana impulsó en ella y en sus
otros hijos el valor por la práctica deportiva. Aunque no fue profesional, se
dedicó a la gimnasia durante muchos años. No sólo inspiró en ella la vocación
de atleta, sino también por las profesiones del área de la salud. Él fue
médico. Hoy ella se prepara para ser una estomatóloga, y lo hace bien, pues
hasta la fecha mantiene un promedio de 8.25.
“Ha habido periodos en los que entrenaba desde las
5:30 de la mañana, para continuar con mis clases a las 8:00”, recuerda.
Durante su preparación para la Universiada Nacional
2016, tuvo que combinar sus responsabilidades académicas y sus entrenamientos
deportivos. Aún continúa con su servicio social en un hospital rural de Tepexi
de Rodríguez, municipio situado a casi dos horas de su domicilio, en Puebla
capital.
Dicha situación le implicó mucho esfuerzo:
organizar su tiempo, solicitar permisos para faltar algunos días a sus labores
profesionales e incluso tuvo que trotar mientras disfrutaba de los paisajes que
ofrece la mixteca poblana, con la asesoría, desde Puebla, de su coach Rubieth
Bravo Peralta.
Le gusta correr porque es un esfuerzo individual,
que no tiene la presión social de los juegos de equipo. Sostiene que no es
capaz de cargar con un error que represente el fracaso de todo un grupo.
“Es un reto para ti mismo. Cuando corres y ves a
otros frente a ti o detrás de ti, a apenas unos pasos, sientes la misma
adrenalina que con cualquier otro deporte”. Por ello, como cuando era pequeña,
el atletismo es su favorito: “un juego de carreritas”.