domingo, 21 de julio de 2013

ABEL MENDOZA SE ROBÓ LOS CORAZONES DE LOS POBLANOS Y DE TODO MÉXICO



Roba corazones. Abel Mendoza Mora llegó a la Angelópolis dispuesto a hacer historia y lo consiguió. Obtuvo la medalla de plata en la categoría –63 kilogramos con la cual le dio a México su mejor actuación de la historia en Campeonatos Mundiales.

Desde las 8:30 de la mañana empezaron a ingresar al Centro Expositor los amigos, familiares, conocidos, entrenadores, compañeros y hasta vecinos de Abel para ponerle sazón a la jornada. La algarabía jarocha contagió a todo el público. Y es que desde su primera pelea con sus espectaculares giros arrancó los aplausos.

La expectación creció en cada combate. Primero eliminó Conor Grassick de Irlanda. Después a Edwin Aguilar de Colombia. Llegó la segunda sesión y con ello el lleno, en la que Abel dejó fuera a Tomislav Karaula de Croacia. Con el impulso de los asistentes Abel logró el pase a las semifinales tras el triunfo sobre Cem Ulugnuyan de Turquía.

De esta forma, los boletos simplemente volaron. Las filas eran enormes. Abel estaba en la ronda de medallas. Sí, era el joven surgido de la Olimpiada Nacional que era ya campeón centroamericano, quien a la postre Daría a México la cuarta medalla.

Cuando anunciaron a los protagonistas de las semifinales, en todo el Centro Expositor y de Convenciones logró escucharse “Abel, Abel, Abel”.

El ímpetu del mexicano le permitió darle la vuelta al marcador 3 por 2 para después, con espectaculares giros, alcanzar la cara del contrincante y lograr la hazaña de avanzar a la final, tras un contundente 7 por 4 sobre Stevens Barclais.

Así, el ritmo cardíaco de los asistentes estaba a tope. Un joven con arrojo era el culpable, Abel Mendoza Mora salió al tatami central a disputar la final. La medalla fue de plata, pero supo a oro y resultó, sin duda alguna, la más aplaudida.

Y Abel estuvo en el pódium. La bandera mexicana volvió a aparecer. El joven agradeció al público y llegaron los abrazos junto con las lágrimas.

En la tribuna su mamá, la más entusiasta, la más ronca por tantos gritos. A ella también le tocó otra medalla, la del mérito, por llevar a su hijo a las clases. Tan es así, que decidió involucrarse y convertirse en entrenadora de Taekwondo.

Simple y sencillamente, Abel robó los corazones de los poblanos y de sus paisanos con el subcampeonato mundial de Taekwondo. Sí, es una plata con sabor de campeón.