Roba
corazones. Abel Mendoza Mora llegó a la Angelópolis dispuesto a hacer historia
y lo consiguió. Obtuvo la medalla de plata en la categoría –63 kilogramos con
la cual le dio a México su mejor actuación de la historia en Campeonatos
Mundiales.
Desde las 8:30
de la mañana empezaron a ingresar al Centro Expositor los amigos, familiares,
conocidos, entrenadores, compañeros y hasta vecinos de Abel para ponerle sazón
a la jornada. La algarabía jarocha contagió a todo el público. Y es que desde
su primera pelea con sus espectaculares giros arrancó los aplausos.
La expectación
creció en cada combate. Primero eliminó Conor Grassick de Irlanda. Después a
Edwin Aguilar de Colombia. Llegó la segunda sesión y con ello el lleno, en la
que Abel dejó fuera a Tomislav Karaula de Croacia. Con el impulso de los
asistentes Abel logró el pase a las semifinales tras el triunfo sobre Cem
Ulugnuyan de Turquía.
De esta forma,
los boletos simplemente volaron. Las filas eran enormes. Abel estaba en la
ronda de medallas. Sí, era el joven surgido de la Olimpiada Nacional que era ya
campeón centroamericano, quien a la postre Daría a México la cuarta medalla.
Cuando
anunciaron a los protagonistas de las semifinales, en todo el Centro Expositor
y de Convenciones logró escucharse “Abel, Abel, Abel”.
El ímpetu del
mexicano le permitió darle la vuelta al marcador 3 por 2 para después, con
espectaculares giros, alcanzar la cara del contrincante y lograr la hazaña de
avanzar a la final, tras un contundente 7 por 4 sobre Stevens Barclais.
Así, el ritmo cardíaco
de los asistentes estaba a tope. Un joven con arrojo era el culpable, Abel
Mendoza Mora salió al tatami central a disputar la final. La medalla fue de
plata, pero supo a oro y resultó, sin duda alguna, la más aplaudida.
Y Abel estuvo
en el pódium. La bandera mexicana volvió a aparecer. El joven agradeció al
público y llegaron los abrazos junto con las lágrimas.
En la tribuna
su mamá, la más entusiasta, la más ronca por tantos gritos. A ella también le
tocó otra medalla, la del mérito, por llevar a su hijo a las clases. Tan es
así, que decidió involucrarse y convertirse en entrenadora de Taekwondo.
Simple y
sencillamente, Abel robó los corazones de los poblanos y de sus paisanos con el
subcampeonato mundial de Taekwondo. Sí, es una plata con sabor de campeón.